Cuando escribo y derribo,
cuando me bebo los alfileres,
también se caen las banderas.
Cuando beso sin remedio,
cuando no te tengo,
se enmarañan las costumbres
y entonces solo queda darle rienda suelta
a este delirio
y sostener todo lo que tengo;
que ni sobra, ni falta,
pero a veces grita.
Así que aquí estoy,
suscrita a unas cuantas palabras cada mañana
para devolverme una mirada
hacia dentro,
la apertura
que se esconde en un fondo sin fondo
de la negrura de mis cejas.
Ojalá mirarte siempre en la almohada
y rezar a todos nuestros suspensos
con una taza de café caliente.
Mirar nuestra libertad en los posos marrones
para despertar la ceguera
y las fuerzas del pozo que nos contienen.
No sé nada, pero intuyo que la liebre, solo es amiga del vértigo.
Isabel Pamo
Poesiabelsa
Qué belleza!
Cuando la poesía desea entrar siempre encuentra una puerta.
Gracias Isabel, por hacer de maestra de ceremonias