Carta sobre el vacío
La hoja en blanco se llena a una velocidad abismal y estoy en una casa completamente vacía.
En mis planificaciones anuales no decidí llegar a este lugar en el que me encuentro ahora mismo: un piso vacío, con dos habitaciones con tatami, un hornillo recién prestado y dos futones incompletos…pero el otro día escribiendo en mis páginas matutinas (las he vuelto a retomar, como tantas cosas en este último mes), soltaba:
Cojo el agua de este caballo mío y lo nutro con hojas del abeto azul
en unas montañas japonesas pintadas de ocre esmaltado.
Un acrílico que no es augurio, solo es alimento
para un alma sencilla, sensible.
Mi útero cabalga con fuerza
atrasando el ahogo de su lamento.
Hoy que yo quería escribir sobre bodas,
tengo la garganta reventada de flores…
No quiero idealizar un país, ni una aventura, por muy romántica que pudiese llegar a ser la historia. Cuento lo que vivo; malo y bueno, desde una mirada poética. Narro en lo que indago, lo que me traspasa, lo que veo y en este momento, está siendo la cultura japonesa. Aunque siento que, dentro de esas decisiones anteriores, no tomadas, que me han traído hasta aquí, hay algo de destino. Hay que querer escuchar las voces que susurran: por aquí, quizá, hay algo.
Vine a Japón unos meses por amor a mi pareja, y a mí misma; realmente tengo la casa vacía pero mi templo está repleto, rebosa a manjares por los dos costados. Estoy feliz porque después de seis meses vuelvo a estar con mi compañero, piel con piel, y a pesar de este “plot twist” en nuestra historia (como su viaje repentino hacia la otra punta del mundo por una larga instancia), seguimos construyendo juntos y cada vez estamos más alineados en nuestro propósito, sea este visible o nublado; pero las luces, los puntos, se unen, nos unen.
Entre otras cuestiones, quise venir para salir de la situación en la que me encontraba. Quería buscar algo de silencio durante algún mes, viviendo en la simplicidad que caracteriza a esta sociedad (aunque antes de venir no tenía ni idea de cuanto la caracteriza, ni el porqué):
Primitive simplicity, close to the natural state of living
Así habla del WABI, el libro que me estoy leyendo cada mañana, del filósofo, ya nombrado en la anterior carta, el señor Daisetz T. Suzuki.
Grasp life from within and not from without
Y eso ando haciendo. Japón es una parada en el camino, que he podido llevar a cabo por varias sincronicidades y mucho arrojo, para hacerme responsable de mi vida.
Realmente es una realidad que he soñado, que llevo soñando tiempo atrás. Espacio vacío, un cuarto propio, silencio y realizar todas las tareas que tengo o necesito hacer para construir la realidad que quiero.
Antes de que diésemos nuestro pequeño tour turístico por Japón en las vacaciones, estaba completamente perdida (así lo expuse en las cartas); fue volver al pequeño pueblo japonés, donde mi pareja tiene su casa, y todo se ordenó. Era un poco de tiempo lo que necesitaba para bajar revoluciones y volver a empezar.
Qué tendrá el espacio, el movimiento, que hace que la neurosis baje, que no el estrés.
Hay y ha habido estrés: por el futuro, por los cambios, por las emociones imprevistas que te envuelven cuando puedes transitarlas; incomodidades (porque no viajamos a cuerpo de rey), cancelaciones de billetes, más cancelaciones sin resolver, desafíos, compromisos, compromisos para toda una vida… Urano anda haciendo de las suyas.
Mi Sol está en el signo de Tauro, así que sé que me queda algún año con Urano poniéndome la vida patas arriba y yo le bailaré las aguas mientras pueda, por supuesto.
Juro que no me sobra espacio. Me levanto y me hago un café de goteo. Salgo a correr, hago el máster que dejé abandonado este curso atrás, escribo, leo, me muevo, salgo a revelar unas fotos,
compro comida, una japonesa me dice que soy muy alta, hago gestos porque no me entienden, me río, me entra miedo, vuelvo a la casa que ahora intento hacer mía, a trabajar en proyectos que quiero sacar con todas mis ganas, escucho el rumor que me cuentan los guías y con vergüenza,
intento hacerme una tarjeta de trabajo en un programa de diseño que no entiendo para cantar…
en todos los sentidos, en todos los tonos,
para construir una escuela online, para leer sobre el zen y darme más savia,
para decir algunas palabras en japonés, para que no me dé miedo dormir en el suelo, para meditar sin prisas
y corro, corro, corro hasta llegar a un supermercado para comprar vinagre, pero no tengo cash así que salgo fuera, respiro
y vuelvo a empezar.
La hoja en blanco se llena a una velocidad abismal
y estoy en una casa completamente vacía.
Con cariño,
Isabel Pamo
Poesíabelsa
Me emociona mucho leerte! Creo que me reconozco en momentos así. Me recuerda a mis saltos al vacío, apasionados y guiados por la intuición. Con intención, con confianza y creatividad por estar diseñando y sembrando un camino.
“vuelvo a la casa que ahora intento hacer mía, a trabajar en proyectos que quiero sacar con todas mis ganas”, acá estuve y fue uno de los hitos de la vida.
Seguí disfrutando 💕
Que delicia leerte Isabel. Esta carta me ha atravesado especialmente. Reordena, sácale jugo a la situación y a lo inusual, al espacio nuevo, a los sabores, a la ternura, al abismo… que si hay alguien que puede hacerlo, eres tú. Te mando un abrazo grande.